Safo y sus discípulas
Escrito por Ricardo Sánchez De Urbina
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y guirnaldas de flores tenazadas
en su frágil cuello.
Con perfume precioso frotabas
tu pelo, con brento tu cuerpo,
y en suave lecho calmabas el deseo…
Y no hubo lugar sagrado al que no fuéramos,
ni bosques…
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Quizá va y viene, recordando
A la dulce Atis con deseo,
Y el corazón oprime el frágil ánimo…
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Legaste, y yo te buscaba.
Y helaste mi corazón ardiente de deseo.
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De nuevo Eros, el que afloja los miembros, me estremece
dulceamarga criatura irresistible.
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Ya se han puesto la luna
y las pléyades; mediada
está la noche, pasan las horas
y yo duermo sola.