domingo, 4 de marzo de 2012

Metáfora

Te ofrezco la hospitalidad de mi casa. La sala es amplia para recibir a todo el que quiera entrar; allí compartimos, reímos, sufrimos, lloramos… Cuando entras a la cocina-comedor, ¡ah! La cocina, no entra todo el mundo, pues los olores de sus exquisiteces no siempre agradan a todos. Allí entran personas especiales, que comparten cosas comunes, los mismos gustos, placeres… ¡un buen vino! Cada plato que  allí se prepara es digno de un gourmet y cada paladar queda satisfecho luego de una agradable comida… ¡Un buen café! En el baño puedes desahogar tus entrañas y si te sirve de consuelo, allí te puedes desnudar y darte un baño reparador. De los cuartos no hay mucho que decir, pues sólo se quedan grupos muy selectos que comparten los mismos gustos y placeres. Hay un espacio muy cómodo, una especie de sala de estar o balcón, hecho para sostener allí tertulias muy familiares, discusiones para discernir o dilucidar misterios de la vida, tratar temas relacionados con lo “sagrado” y lo “profano” … Finalmente, mi cuarto.  ¡Ah! mi cuarto, allí, en la puerta, está un letrero que dice “Zona restringida”. No se muestra a los visitantes, sus misterios  se develan con rituales ancestrales, dignos de una poetiza…

1 comentario:

  1. Ja, ja, ja... interpreto que es como su título en relación a lo que es su vida. Pero no me resulta muy poético en comparación con sus otros trabajos suyos. Aunque no deja de ser interesante, ya que parece indicar como puede ser su casa (donde quiera que ella esté)...

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